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BATO-LITERATURA

TEMA: UN DÍA SOLEADO

UN DÍA SOLEADO 12 años 6 meses antes #1335

  • Manolo Rodriguez
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El tiempo pasa, y las costumbres cambian, pero no es mala cosa de vez en cuando echar la vista atrás, y tratar de recuperar algunas, que quizás los nuevos socios puedan valorar.

A veces, a raiz de una ruta, se generaba una pequeña actividad literaria, ya fuera en clave de humor, poética o satírica, en la que muchos compañeros participaban de modo activo.

He creado esta categoría en la esperanza que se renueve la afición.

para "abrir boca" voy a desempolvar algunas, tratando de explicar el contexto que la generó.

En este caso, fué a raiz de disfrutar del grandioso expectáculo de la berrea, no pude evitar pensar en esos poderosos animales que rebosando vida, eran incapaces de imaginar el destino que les reservaba la estupidez humana.

UN DÍA SOLEADO

Hace días que llueve, con la persistencia del llanto de un niño caprichoso. La lluvia es necesaria. Trae vida. Con su llegada retorna el verdor a los pastos, mustios por los calores del estío. El agua corre ladera abajo en finos hilos, que reuniéndose tornan e arroyos y a esos arroyo he estado acudiendo a saciar mi sed. Pero empiezo a estar cansado.


Duermo mal. Por las noches a penas si logro protección tras unas jaras, que no logran evitar que me encuentre permanentemente empapado. Durante el día el caminar sobre un suelo resbaladizo se me hace difícil, y tengo el cuerpo cubierto de salpicaduras de barro. El frío viento me hace tiritar y la soledad de los montes se siente mayor, si cabe, en los días grises y lluviosos. Deambulo sin rumbo fijo deseando que esto acabe pronto.

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Hoy por fin ha cesado este diluvio que inundaba mi universo. El sol, asomándose tímidamente entre las nubes, ha desencadenado con sus mágicos rayos el sortilegio que despierta los mil colores de una naturaleza hasta ahora dormida por la lluvia. Por todas partes se escucha el trino de los pájaros y la vida comienza a bullir con la aparición de seres que estaban agazapados, acobardados por el fragor del temporal.


Las flores abren sus pétalos y a esta señal las abejas retoman su interrumpida tarea. La humedad y el calor hacen que la tierra y las plantas desprendan un festival de olores, y me deleito respirando profundamente. Hoy por fin hace un día soleado que invita a vivir. Grito a los cuatro vientos, llamando a mis amigos que, al igual que yo, han estado ocultos, escondidos entre el lentisco y la retama, invitándolos a reunirnos para disfrutar juntos de esta maravillosa mañana.

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Pero no me responden. Solo escucho los ladridos de unos perros, cada vez más cercanos, que no traen buenos presagios. Algo me dice que debo huir, y emprendo una alocada carrera, internándome en la espesura. Las ramas me golpean pero la fuerza que surge de la desesperación me hace avanzar pasando por sitios que en otras circunstancias me hubieran sido impenetrables. De pronto, sin saber como, me encuentro en un rellano al descubierto, y me paro jadeante.


Un lejano destello, un fuerte impacto en el pecho y un estampido que se repite rebotando en los riscos que flanquean el valle, me han hecho saber que la muerte corre mas rápida que el sonido, pero mas lenta que la luz, y que esta vez ha sido mas rápida que yo.

No entiendo por qué el mundo se desvanece. Un cansancio suave pero inexorable me invade y la luz del sol se atenúa lentamente en un eclipse sin luna. Los ladridos de los perros, malditos perros, cada vez más cercanos, se van extinguiendo, apagándose definitivamente al caer sobre mí el manto de esta inesperada noche.

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Hoy lo he conocido. No podía imaginar que el causante de mi desdicha pudiera ser tan gris. Trascender tanta debilidad. Embutido en una vieja bata, sentado ante el fuego de la chimenea, se frotaba las manos tratando inútilmente de calentarlas. Su cuerpo, arrugado, denotaba una falta de fuerzas, que seguramente intentaba suplir con la sensación de poder que una mente enferma puede encontrar apretando el gatillo.

Levantando la cabeza me ha dirigido una fugaz mirada, y he notado como un temblor de escalofrío le recorría todo su cuerpo, quizás porque ha comprendido que hasta el fin de sus días le estaré mandando un duro reproche con la fija mirada de mis nuevos ojos de cristal.

Manolo


“Dedicado” a aquellos que encuentran el placer matando a un animal que vive libre,

Última Edición: 12 años 6 meses antes por Manolo Rodriguez.
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