A los que llevamos las rutas, nos llegan correos de desconocidos solicitando informacion o inscribirse en la ruta.

Recientemente atendí un correo de María. Nos indicaba su intención de apuntarse a la ruta de Almadén-Real de la Jara y pedía que le ampliara información. Al no conocernos, se mostraba prudente en su redacción, usando el tratamiento de cortesía.

Le respondí cordialmente, indicándole que nos tuteara, pues no somos una empresa, sino un grupo de amigos donde queremos que todos los que lleguen se encuentren como en su casa. Procuré describirle el ambiente que reina en nuestras caminatas, aunque juro por Snoopy que no llegé a aquello del calor humano y a lo de estar abiertos a todos los miembros de los batolitos.

Es mas, por no parecer intrusivo, a la hora de despedirme deseche la tradicional cariñosa fórmula de besos, incluso la mas prudente de abrazos, y opté por un discreto. Un saludo, Manolo Rodríguez.

Al poco recibo correo de nuestro querido presidente, Manolo Yanes, pidiendo que modere mi forma de responder, porque si sigo en esta línea no habrá quien quiera apuntarse al grupo.

Releo con cuidado mi misiva, y veo horrorizado que, bien por un lapsus Freudiano o bien por la cercanía de letras en el teclado, mi prudente despedida había quedado convertida en un irreverente --- Un salido, Manolo Rodríguez---

Comprendo que María decidiera al final no apuntarse a la ruta.

¡¡¡¡Por favor, Maria!!! ¡¡¡Vuelve!!! Nosotros no solemos ser así... al menos hasta que hayas venido tres o cuatro veces.

Recibe afectuosos besos y abrazos, en vez de un cariñoso salido,

Manolo Rodríguez.