Batolitos en  la Sierra de los Pinos: 21 de Enero de 2017

 

La mayoría de los montañeros  acceden a esta Sierra  desde la pista  a los Llanos de Libar para subir por la cara norte que es  más exigente pero también  más espectacular por la variedad de zonas que  atraviesan. Porque superados los primeros collados, la sorpresa de encontrar unos llanos, los llanos del puerto para después  internarse en el laberinto de pasillos mágicos por Breña Oscura y hacer el zigzagueante y empinado  sendero  a través del encinar-alcorcocal-quejigal de  la ladera norte,  y ya , casi arriba,  rozar al paso los dos ejemplares de cedros, uno de ellos decrépito, testigos de lo que pudo ser esta sierra.

Pero nosotros ya hicimos en su día el círculo a la inversa ya sabíamos  que la subida desde la calle Alta de Cortes de la Frontera  por la cuesta del Panderete, dura al principio como todos los comienzos, se alarga para subir constante pero más suave que la cara norte. Un sendero trazado por los antiguos ingenieros de la necesidad,  campesinos y ganaderos que trataban de sacarle algo a la sierra. Sendero trazado   por el único espacio posible en esta zona a través del barranco por donde vierte el arroyo Hondo cuando la sierra está arta.

Y superado el primer collado, encontrar   unos amplios llanos rodeados de cerros calizos, antiguos llanos de labranza, hoy invadidos por la retama, restos de una era y alguna construcción propios de las faenas agrícolas y ganaderas de antaño.

Y salir de aquí por un sendero en zigzag para superar la loma que cierra los llanos por el norte y comenzar a tocar  caliza y matorral campo a través para, rodeando el cerro de la Atalaya, superar un nuevo  collado con vistas a la vertiente suroeste, con el Peñón del Berrueco cerca y los Alcornocales con el Algibe y el Montero en la lejanía.

A partir de aquí terreno complicado de calizas, manchas de cojines de monjas  cubiertos de nieve que ocultan zonas de hundimiento,  para superar varios cerritos y tener a la vista el VG de la Sierra de los Pinos (1395 m) en el mismo límite de las provincias de Cádiz y Málaga. Objetivo  que conseguimos alcanzar  cuando desde el suroeste subían oleadas inquietantes de neblina que obligó a aligerar la sesión fotográfica y poner la vista sobre los dos cedros, referencia de nuestro sendero de bajada.

Y aquí comenzó el níveo espectáculo deslizante para los batolitos. Nuestros pasos, sobre las pisadas que nos dejaron los sufridos montañeros que subían cuando nosotros bajabamos.

El espectáculo por lo gratuito y por lo inesperado para nosotros se recoge en las imágenes que hicieron los compañeros, especialmente las de Santiago.

Las imágenes que tuvimos en directo se quedan para cada una de nuestras retinas, de los que tuvimos la suerte de coincidir allí ese día. Todo un regalo para nuestros sentidos. Gracias.